viernes, 25 de abril de 2014

reciprocidad

Todavía no entendés que el asunto pasa por otro lado. No hace falta ni lo explícito ni lo azucarado. Es más, lo mejor es cuando ni siquiera hay una referencia directa, apenas una rendija por la cual espiar eso que se adivina en la oscuridad. Y es que al final, lo que se expone a la luz directa pierde la potencia que creció en la sombra.

Pensá. Pensá. Pensá.

Ves? Todo eso que pensaste no necesito escribirlo o leerlo. Ni máscaras ni disfraces, ni sedas ni encajes, ni vestigios de piel y saliva, ni caminos creados con murmullos. No necesito ni descripciones, ni relatos, ni imágenes. Nada de eso tiene la misma energía que la generada por tu cuerpo en tensión cuando mirás y descubrís que también sos mirado.

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